Diario de un Suicida
Amanece otra vez. La penumbra de la madrugada se hace eterna y no hay respiración profunda que pueda aliviar la presión que se siente en el pecho. ¿Con quién hablar?, la última vez que intenté decir algo me acusaron de débil y manipulador. Mencionaron que hay gente sufriendo mas que yo y que mas bien debería de dar gracias por estar vivo. La verdad es que se me hace imposible tratar de reconocer las bondades que me rodean. Es cierto, tengo razones suficientes para ser feliz, pero los ruidos de mi ser me impiden disfrutar de la vida. Siento un ruptura muy profunda entre mi cerebro y mi corazón. El dolor del pecho no logra desaparecer. En ocasiones me reviso el pulso a ver si todo está en orden, pero mi pulso no está mal, mi alma si. La poca fuerza que me queda es desperdiciada en el ínfimo intento de trabajar y de cumplir con las ataduras de las responsabilidades, que no son mas que excusas para seguir vivo. Son aún las 5:00am. Levanto una oración, a fin de cuentas Dios nunca